El Milagro de la Vida, El Misterio de la Muerte
Acompañar a nuestros animales con cariño y comprensión en cada paso de su último viaje, honrando la belleza de su existencia y el legado que dejan en nuestros corazones.
MICHOHAN TANKA
En lengua Lakota, "Michohan Tanka" significa milagro. Así en este proyecto, aspiramos a crear un milagro en un momento que a menudo es tan doloroso y lleno de incertidumbre: el adiós a nuestros queridos amigos peludos.
En Michohan Tanka, comprendemos profundamente la conexión única que compartes con tus animales. Son más que mascotas; son miembros de tu familia, confidentes leales y fuentes del amor más puro. Y cuando llega el momento de decir adiós, queremos estar a tu lado para guiar a tu amado compañero en su travesía hacia el más allá de la manera más amorosa, tranquila y respetuosa posible.
Mi historia es un relato que abarca la humanidad y la conexión profunda con el reino animal. Fui criada en la belleza y exuberancia de los Llanos Orientales de Colombia, rodeada de selva, naturaleza, ríos, quebradas y, sobre todo, por los animales que me acompañaron en toda mi infancia. Desde temprana edad, experimenté una conexión íntima con los seres vivos, y sin saberlo en ese entonces, una conexión muy profunda con el misterio de la vida.
Desde que tenía un año, montaba a caballo con mi madre mientras explorábamos la finca. A los cuatro años ya montaba sola a mi amada yegua Paula, quien fue mi primera gran maestra de la confianza y la conexión corazón a corazón con un ser de otra especie. En esos días, puedo decir que vivía sin miedos, sin juicios, ni auto limitaciones, en armonía con la naturaleza y en estrecha comunión con los animales.
A los 8 años, tras la partida de Paula, llegó a mi vida Soledad, una yegua joven, arisca y muy dominante. Lo que siguió fueron desafíos interminables pues yo intentaba imponer siempre mi voluntad humana sobre Soledad. Luego de muchas caídas, golpes, ira y frustración, Soledad me enseño sobre la humildad y la escucha del lenguaje del corazón, a silenciar mi mente y solo sentir y confiar. A partir de este momento, no usamos más las monturas y riendas, y nuestra relación evolucionó a una conexión de corazón, una relación de confianza y libertad. Estos momentos marcaron mi alma y forjaron quien soy hoy.
A los 12 años, por razones de seguridad nacional, tuve que dejar atrás mi amada finca y a Soledad. Fue mi primer desgarro y dolor profundo del corazón. Mi primer duelo, sin yo saberlo. Pero también una de mis primeras lecciones que me acompañan hasta el día de hoy; liberar y permitir que los seres queridos sigan su propio camino.